Es sorprendente que, con todos los avances científicos de nuestra era moderna, la gran mayoría aún se identifique con la materia en lugar de con la energía.
Entender que somos energía es crucial en nuestros tiempos, porque puede ayudarnos a cambiar nuestra percepción de ser víctimas de nuestra realidad a ser creadores de ella y a asumir un rol más consciente como co-creadores. Hemos aprendido a creer que nuestra realidad se crea desde afuera, a partir de nuestras acciones, pero en realidad, se crea desde adentro, a partir de la información integrada en nuestra energía.
El principal problema es que la mayoría de las personas no cree en energía, simplemente porque no pueden percibirla.
El físico Ernest Rutherford descubrió en 1911 que el átomo, la unidad básica de la materia, es en su mayoría espacio vacío. Hoy, gracias a la física cuántica, sabemos que ese espacio vacío es en su mayoría energía. Si tomamos en cuenta que tenemos 7 octillones de átomos en nuestro cuerpo —¡no hay discusión! Literalmente somos energía, así como el mundo que nos rodea.
Y aunque es cierto que todo en su esencia está compuesto de energía, no podemos percibirla simplemente porque nuestra mente no tiene la información para decodificarla.
Hemos aprendido a percibir todo a nuestro alrededor a través diferentes formas, en lugar de frecuencias. Así que, aunque todo es fundamentalmente energía, nuestra percepción está moldeada por cómo nuestro cerebro ha sido codificado o interpreta esa energía.
Sin embargo, podemos entrenarnos para percibir la energía. Prácticas como la meditación pueden ayudarnos a volvernos más conscientes de las energías sutiles.
¿Sabías que el cuerpo humano genera y es sensible a los campos electromagnéticos? Abajo algunas partes clave del cuerpo involucradas en este proceso:
El corazón es uno de los generadores más significativos de campos electromagnéticos en el cuerpo. Los impulsos eléctricos que controlan los latidos del corazón crean un poderoso campo electromagnético que puede ser detectado a varios pies de distancia del cuerpo y está estrechamente relacionado con la transmisión de información emocional. Este campo energético es sensible a los campos electromagnéticos del entorno. De hecho, el Instituto HeartMath detectó que el campo electromagnético del corazón puede ser percibido en el cuerpo de otra persona, incluso sin tener contacto físico, cuando la relación es auténtica.
El cerebro también genera sus propios campos electromagnéticos a través de la actividad eléctrica de las neuronas, que pueden medirse mediante un EEG. El cerebro es sensible a las ondas electromagnéticas externas, las cuales pueden influir en los patrones de ondas cerebrales, afectando nuestro estado de ánimo y función cognitiva.
El sistema nervioso puede ser sensible a los campos electromagnéticos externos, los cuales en algunos casos pueden interferir con la transmisión de señales.
La energía es la materia prima que conforma todo en el universo. Nuestra percepción e interacción con esta energía juegan un papel crucial en la creación de nuestra realidad. De hecho, según "el efecto observador", un concepto de la física cuántica, el simple acto de observar puede transformar ondas de energía en materia, recalcando cuan crucial es nuestra interacción con la energía, y convirtiendo al observador en un poderoso creador de su propia realidad. Lo que refuerza la idea de que nuestra realidad es una manifestación directa de la energía e información que llevamos dentro.
Desde esta perspectiva, nuestra realidad se crea de adentro hacia afuera. Esto implica que la información continua que recibimos de nuestro entorno puede afectarnos de maneras inimaginables, hasta el punto de que puede literalmente crear paz o guerras. Pero cuando la información es adecuada, nuestra energía se expande y crea mejores posibilidades para todos.
La energía no tiene fronteras. Para conectarnos entre nosotros, mejorar el mundo y trabajar con cristales, ¡creer en energía es crucial! La energía es la materia prima con la que trabajan los cristales de cuarzo. De la misma forma en que equilibran frecuencias en nuestra tecnología moderna, pueden neutralizar la información de nuestros pensamientos y emociones para resonar con lo mejor de nosotros mismos y, cuando estamos interconectados, con lo mejor del mundo.
¡Es hora de creer en energía!
Equilibra tu resonancia; ¡el mundo te necesita!
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